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Claves para reducir el azúcar en sangre en la tercera edad (mayores de 60 años)

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Con el paso de los años, el cuerpo puede volverse menos eficiente en el manejo de la glucosa. Este proceso puede traducirse en picos más frecuentes de azúcar en la sangre, pero existen estrategias sencillas y efectivas para contrarrestarlo, combinando alimentación, actividad física y hábitos saludables.

Regularidad en los horarios de comida

Establecer un horario fijo para las comidas ayuda a evitar variaciones bruscas en la glucosa. Cuando los tiempos entre comidas son muy largos o variables, los niveles de azúcar pueden fluctuar, lo que dificulta el control. Mantener al menos tres comidas principales al día, con uno o dos refrigerios si es necesario, es fundamental.

Aumentar la ingesta de fibra

Alimentos abundantes en fibra —por ejemplo, vegetales frescos, avena, legumbres, frutas completas y frutos secos— contribuyen a enlentecer la digestión y la absorción de azúcares, lo que permite mantener niveles de glucosa e insulina más constantes. Investigaciones indican que la avena disminuye tanto la glucosa en ayunas como la HbA1c. Además, legumbres como frijoles y lentejas poseen almidón resistente que apoya la regulación del azúcar después de las comidas.

Elegir alimentos con bajo índice glucémico

Incorporar verduras crucíferas (como brócoli y col rizada), cítricos (naranjas, pomelo) y frutas rojas (fresas, arándanos, frambuesas) favorece una respuesta glucémica controlada. Estos alimentos, ricos en antioxidantes y fibra, ayudan a mantener niveles de azúcar más estables después de las comidas.

Añadir grasas saludables y proteínas

La ingesta de proteínas magras (como vegetales, pescado o huevos) y grasas saludables (aceite de oliva, aguacate o frutos secos) frena la absorción de glucosa y promueve saciedad. Un huevo al día puede reducir el azúcar en ayunas y mejorar la sensibilidad a la insulina. El aguacate también ha demostrado beneficios para la regulación glucémica.

Hidratarse adecuadamente

Beber agua a lo largo del día, particularmente antes de las comidas, ayuda a diluir los niveles de glucosa en la sangre y favorece a los riñones en la eliminación de excesos. La deshidratación puede influir en hormonas como la ADH y afectar la regulación de la glucosa. Por esta razón, es aconsejable empezar el día con un vaso de agua y continuar su ingesta durante el transcurso del día.

Incluir vinagre o canela

En situaciones de picos elevados de glucosa, un poco de vinagre diluido en agua puede moderar el aumento tras las comidas, gracias a su capacidad para frenar la actividad de enzimas digestivas que liberan azúcares. Asimismo, la canela es conocida por sus propiedades para estabilizar la glucosa.

Practicar actividad física adaptada

La actividad física es fundamental. Andar con rapidez, nadar, practicar yoga o taichí son ejercicios sugeridos para aquellos que superan los 60 años; estas actividades facilitan que los músculos utilicen azúcar, disminuyendo su nivel en la sangre. Asimismo, el fortalecimiento muscular —como el levantamiento de pesas moderadas— incrementa la sensibilidad a la insulina y evita la disminución de masa muscular vinculada a la vejez. Realizar actividades físicas de manera constante (al menos 3 días por semana) y, si es posible, combinarlas con sesiones de intervalos de alta intensidad, puede revertir situaciones de prediabetes en algunas personas. Hacer ejercicio tras las comidas, especialmente por la tarde, optimiza su impacto en el control del azúcar en sangre.

Conservar un peso saludable

La pérdida de peso, incluso modesta (4–5 kg), puede mejorar claramente la regulación de la glucosa. Mantener un peso saludable a través de una dieta equilibrada y ejercicio es una estrategia eficaz para prevenir o controlar la diabetes.

Planificar las comidas

La planificación anticipada de los menús permite balancear macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) y evitar comidas muy ricas en azúcares simples o grasas saturadas. Repartir uniformemente los carbohidratos durante el día ayuda a estabilizar los niveles de glucosa.

Por Otilia Adame Luevano

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